lunes, 28 de marzo de 2011

Quiero dedicar esta entrada a mis maestros, del I.E.S. ''Puerta del Andévalo'' por apoyarme en esta aventura literaria y darle pequeños piropos a mi forma de escribir. Quiero agredecerles, ademas de con estas palabras, con un enlace que os permitirá ver mi novela de una forma más cómoda y compacta. Para ello he utilizado la herramienta Calameo, una web que se dedica a ''convertir en libro'' los archivos de texto. Espero que le echéis un vistazo, y avisar que estoy trabajando en otra mucho mas clara y original, y que le veo salida para la gente que se aburre muchísimo leyendo. Sin mas que decir, se despide:

   Manuel Jesús González Sánchez.

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domingo, 13 de febrero de 2011

NOVELA - CAPÍTULO 15

Imágenes de mi infancia se me venían a la cabeza. Todas las personas que han construido mi forma de ser. Ahora esas personas estaban muertas y por lo tanto mi forma de ser destruida Hace dos días tan solo estaba con mis padres, peleando con ellos y haciéndole rabiar a mi hermano mayor. Ya no tenia la misma idea que cuando empezó todo esto. Lo que estaba viviendo no era una película, ni de tristeza, ni de alegría, de de terror. Era mi película, la escribía yo, esa era la diferencia. Pero por desgracia los personajes han decidido irse, me han dejado solo. Ahora era cuando empezaba a valorar la importancia de sentirte querido y alagado por lo que haces. Pensaba en quedarme quieto y esperar a que por fin la oscuridad se apiadase de mi para no tener que vivir ese tormento. Siempre había huido de los problemas, no iba a ser esta la excepción. Estaba confundido, ¿volvía a estar dentro de la irrealidad?. Sin darme cuenta me acercaba lentamente hacia el desastroso pantano, donde las mejores personas que he conocido dejaron allí su vida, y que sus últimos instantes fueron espantosos al verme hundiéndome entre aquellas arenas.

-Uff...Jose, Alberto, Sofia...¿Lara?, ¿donde esta?...murieron tres personas....faltaba ella- el pitido molesto volvió a meterse en mi cabeza, era desesperante. Me acordaba de Lara y mas sonaba aquel ruido en mi interior. Estaba recordando, pero parecía como si me estuviese destruyendo por dentro.

-¡¡Callate ya, no me dejas pensar!!-grite con en uno de los momentos en el que el ruido llego a su timbre mas fuerte.

Ya se veían las aguas turbias del pantano, los arboles estaban completamente pelados de hojas, cualquier turista podría identificar el paisaje como si fuera otoñal. La tierra estaba removida y llena de puntitos de barro. Me acerque a la orilla para contemplar aquellas aguas antiguas que desde que tengo memoria han estado aquí. En ella había algo que no cuadraba bien. Estaba dividida en dos colores, casi mitad y mitad, en cada una de ellas predominaba el color verde pero en tonos diferentes. El cielo estaba claro en la mitad mas lejana y se veia que el humo todavía no había llegado. Quise atravesar esas mitades para ver que sucedía en la otra parte, pero cuando estaba situado casi en el centro, mi pie choco con algo puntiagudo y cortante.

-¿Pirañas?, pero que dices Sergio, ¿como van a vivir las pirañas aquí?- me conteste a mi mismo
Pero algo seguía tocando mis tobillos. Yo no sabia bucear con tanta facilidad, cuando iba con mis primos a la playa siempre acababa en la orilla hecho polvo. Encima aquí era mas difícil, no se podía ver nada en su interior. El agua perdía temperatura y empezaba a tener frío Me plantee dos opciones: o seguir nadando hasta llegar a la otra orilla, o descubrir que era aquello que llamo mi atención. No perdía nada en descubrirlo, y mas en aquella situación, así que tome aire profundamente y me zambullí.

Intente abrir los ojos, pero si no quería coger una infección lo mejor seria utilizar las manos. Palpe la superficie sobre la que estaban apoyados mis pies, empezaba a asfixiarme. A partir de ahí no recuerdo nada mas. Extrañamente apareci medio morado en la orilla que quería llegar al principio. Estaba tirado, lleno de lodo y tosiendo partículas de agua.

-Sergio, ¿que hacías nadando, se que fuiste a natación pero tampoco es para tanto no?- me susurraba una voz serena- estas mas tonto que una alpargata abierta, ¿no sabes que es invierno y hay que estar en casa por la estufa?- volvia a escuchar la misma voz, esta vez llegue al acierto, era la de Lara.
-¿Que? ¿Tu estas muerta no?- dije asustado
-¡Mira niño! Vale que a veces pongo cara de zombie,pero de eso a estar muerta hay un trocito!
-Bueno, tu no estas muerta pero los demás si- dije incorporandome
-¿Quienes son los demás? ¿Te ha entrado mucha agua en el cerebro no?- aquel tono gracioso empezaba a cabrearme
-No seas tonta, Alberto, Jose y Sofia, ellos si.
-No pienses en eso Sergio por favor, no están muertos, solo te digo eso.
-¿Por que no debo pensarlo, ha sido por mi culpa, lo sabia?
-No es tu culpa, por cierto, toma esto y empieza a utilizarla porque tanto rollo misterioso me esta matando
Metió la mano en uno de sus grandes bolsillos de su chaqueta, mientras me miraba con cara de ``mongolita´´ intentando hacerme reír, claro está,era imposible.

domingo, 6 de febrero de 2011

NOVELA - CAPÍTULO 14

La desconfianza por saber lo que iba a pasar reinaba en nuestros pensamientos. Abrí la puerta lentamente, provocando que el ruido del oxido sonara estruendosamente. Nos situamos en el centro del cuadrado que formaba el cementerio, desde ese punto se podían ver todas las lápidas con sus nombres inscritos.

-Digo yo que tus amigos estarán en los nichos mas recientes. Es por allí-dijo Felipa señalando hacia su derecha
-¿Estarán? Yo espero que no.
-No tengas miedo chiquillo, seguro que ellos también te echan de menos

Escuchar aquellas palabras hizo derrumbarme mas. Felipa, acercándose lentamente y forzando la vista para avistar los nichos, dio con otro misterio, que, por primera vez, me alegré de poder verlo con tiempo y compañía.

-¿Niño, no ves una niña allí, o es que me estoy haciendo vieja demasiado rápido?
-Es verdad- dije caminando hacia atrás- esa niña...se la ve muy oscura....y esta junto a las tres nichos que buscamos.

Una extraña presencia estaba presente en el cementerio, la idea de ver un posible fantasma en un lugar como este me aterré más todavía. Poco a poco, entre Felipa y yo, fuimos rodeándola por detrás, y, cuando los dos estábamos a treinta centímetros de la supuesta niña fantasma, a la vez la agarramos por los hombros. La presencia se giro en milésimas de segundos, abrió las ojos, que parecían llenos de sangre seca, y emitió unos sonidos armoniosos que me hicieron recordar. Esos sonidos eran los mismos que los que escuchaba cuando estaba cayendo en picado por el precipicio, en la parte final de mi sueño. Y esa niña era idéntica al rostro que apareció reflejados en esas mismas paredes rocosas. Pero no tuve tiempo de disfrutar de aquellos cánticos, su cuerpo se desvanecía por segundos, pero sus ojos quedaron en el suelo intactos, llenos de sangre y mucosidad. Felipa le dio una patada para asegurarse de la dureza, y llego a la conclusión de que esas espeluznantes formas circulares no eran ojos, sino piedras moldeadas de un color blanquecino y un punto negro en su interior.

-¡Piedras!- grité cuando llegué al acierto
-¿Como que ``piedras´´? ¿Ya te has vuelto majareta?
-!Son piedras magicas que sirven para controlar las emociones, en mi sueño habia muchas parecidas y son las causantes de todo!
-Definitivamente, estás majareta sin lugar a dudas

Salí corriendo sin control de aquel lugar, ahora iba entendiendo un poco mas de que iba todo esto, alguien o algo seguía controlando mi realidad con esas piedras malditas, por eso todavía seguían pasando cosas que debían ser fantásticas, pero que en la realidad estaban ocurriendo. No sabia a donde ir, ni tampoco el siguiente paso que debía realizar. Mientras corría pensaba en la primera piedra mágica que tuve en mis manos, lo que me fastidiaba es que no sabía donde estaba, me peleaba contra la idea de que pudiera estar escondida entre mi sueño. Pero si había piedras mágicas en el pueblo y que aparecieron en mi fantasía, también debería estar la mía, la más importante. La cuestión es: ¿donde estaba?.

Tanto pensar me produjo el mismo dolor de cabeza que me hizo despertar de la irrealidad, parecía como si las dos dimensiones estaban luchando una con otra para hacerse con el poder de mi mente. Iba descansando de la carrera que inicié desde el cementerio, cuando ya se podía percibir una de las consecuencias que estaba produciendo la pelea entre las dos dimensiones. El pueblo volvía a estar vacío, y esta vez no era que habían secuestrado a los habitantes, sino que la magia había empezado a actuar. Pero si la magia estaba presente en la realidad, cada vez tenia mas razones para que mi piedra estuviese cerca. En pocas horas, el pueblo se iba pareciendo a un infierno silencioso.

Se podían ver puntos oscuros en las habitaciones de las casas, los arboles se deformaban y el suelo inicio se calentaba al ritmo del aumento de los puntos oscuros. El humo era muy visible en la parte central del pueblo, como si de allí se fuera expulsado. Era demasiado peligroso acercase allí, podría acabar chamuscado y nunca jamas podría despertar. Tenia que enfrentarme a aquello, era hora de superar el temor, mientras reflexionaba se me venian imagenes a la cabeza de los superheroes que salen por la tele, todos tenian un punto en común, tenían un poder que acababa con el mal. Pero, y yo, ¿cual tenia?. Me sente en un banco y mi llanto de lagrimas se hizo notar, mientras que el humo negro seguía creciendo por toda la población, ya casi era distinguible la forma de las casas.

-Ten imaginación...-dijo de repente una voz femenina y clara

NOVELA - CAPÍTULO 13

¿Pero como van a morir precisamente Alberto, Jose y Sofía? Precisamente los únicos que estaban en el pantano de mi sueño, pero no en el de la realidad – pensaba detenidamente – un momento, en esta desgracia falta alguien, pero no consigo recordarlo.

Sabía que había estado en un sueño, pero también sabia que los sueños no pueden mezclarse con la realidad, es meramente imposible. No me explicaba el por que de estas muertes, pero, situándome en mi propia realidad, eché lagrimas de pena. Sea un sueño o no, mis amigos ya no estaban en este mundo, y no podía hacer nada. Ahora estaba solo, sin nadie que me dijera lo que tenia que hacer. Quería descubrir una explicación lógica que me ayudase a entender lo sucedido. Sin quererlo, recordaba las ultimas frases que me dijeron los tres al unisono en el momento de las arenas movedizas. Estaba en el suelo, tirado, pensando.

-Niño, ¿pero todavía sigues aquí?, ¿eres raro de narices eh?, ¿quieres acompañarme al cementerio?, voy a ver las lapidas de esos niños que se han muerto, espero ver si sus padres se han esmerado en comprarles algo bonito. Pero no se donde está, porque yo soy del pueblo de Castillejos.
Aquella señora estaba llegando al limite de mi paciencia, ¿pero como se atrevía a hablar así de mis amigos? Tenia que acompañarla, porque, ademas de ahorrarme el viaje, también quería ver si es verdad que todo esto ha pasado.

-¿Si, señora, por donde está su coche?
-No tengas prisa, mi coche esta dos calles de aquí, pero antes tendrás que ir a tu casa a cambiarte, pensarán que eres majareta o algo así...

No conocía hasta entonces a una persona que aparcase su coche a mas de dos calles de distancia. Creía que ``la rara de narices´´era ella, cada vez tenia mas motivos para creerlo. Caminamos rápidamente hacia mi casa, y, cuando me puse el chándal que me regalaron mis tíos, partí hacia una de las calles mas famosas del pueblo, es famosa por los cotilleos que se traen entre manos sus habitantes. No quería precisamente que me cotillearan, por lo que me mantuve callado y tranquilo. Faltaban pasos para llegar al extraño automóvil, Felipa me esperaba fumándose un cigarrillo apoyada sobre una puerta. Ahora comprendía el por que de su preocupación por aparcar el coche tan lejos. Eso no era un coche, sino un un extravagante cacharro antiguo con cuatro ruedas, que seria de los primeros en salir al mercado, porque si existía un coche mas viejo que ese cachivache seria uno de caballos. Abrí una de las puertas de la zona trasera, con cara de asombro. Felipa, que se había dado cuenta de que le faltaba un tacón en el zapato, tardo un tiempo importante en subirse al coche. A los pocos minutos del comienzo del viaje, nos dimos cuenta de que el motor hacia unos ruidos un poco raros, Felipa no le dio importancia y siguió el trayecto.

-Gire a la derecha, y después todo recto.
-Vale, agarrate.
-¿Para que?

No se como pudo coger tanta velocidad ese trasto, el cuerpo se me iba para atrás y las piernas se encogieron. Pero Felipa tenia cara de satisfacción, parecia que le gustaba la velocidad, porque, de lo contrario, estaría loca. Ya veiamos la puerta del cementerio, pero el coche paro sorprendentemente y se balanceo para la izquierda, casi volcamos.

-¡Niño, bajate!
-Pero...-dije con cara de preocupación
-¡Que te bajes!

Felipa no se quiso bajar, se quedo agarrada al volante, con la vista fija a la puerta del cementerio. A los cinco minutos, cuando ya parecía haberse calmado, se bajo con lagrimas muy visibles en sus ojos.
-Siento lo que ha pasado, pero ya me ha pasado mas veces, una ráfaga de aire, como tu me decías antes en la plaza de la iglesia, me empuja siempre que voy dentro del coche, y me traumatiza durante unos segundos, me da mucho miedo la verdad- dijo con intención de llorar en breve.
-Bueno, pues no se que decir, ¿entramos?- dije para hacer como si no lo hubiera escuchado.
-Si, sera mejor.

Dejamos el vehículo en el borde de la carretera, para no ponerlo en peligro en el caso de que vinieran mas coches por detrás. Felipa, que estaba muy nerviosa, me dio la mano sin pensárselo dos veces. Nos acercamos a la puerta...

viernes, 4 de febrero de 2011

NOVELA - CAPÍTULO 12

Cerré los ojos, acto seguido, empecé a pensar en todo lo ocurrido, aquello que estaba viviendo era extraordinariamente raro, pero a la vez divertido. A partir de ese momento podía decir que había estado en dos dimensiones diferentes, una en la que todo es simple y con una explicación, y otra en la que nada es como te lo puedes esperar. Pensando, así me lleve un largo rato, pero la sensación de mareo iba a mas, y decidí ponerme en pie, quizás hubiera sido por el sol, porque últimamente el tiempo estaba un poco loco, y ese día el el sol pegaba fuerte. Apoye el pie izquierdo sobre el suelo, y una fuerza poderosa me empujó hacia una papelera. Fue como una ráfaga de aire estallando sobre mi cuerpo, peor que las que hay en invierno que se pueden ver paraguas flotando en el cielo. Me quede sentado de nuevo y apoyado sobre la papelera. La vista seguía con sus ilusiones, y yo lo único que quería era vomitar.

-Niño, ¿estas bien? Ha sido una buena caída, ¿te han empujado o algo?
-No señora, gracias, pero no me han empujado, una ráfaga de aire me ha caído al suelo y..
-Una rafaga de aire, ¿tu ves demasiados dibujitos por la televisión no? Vive la realidad...
-Si señora, vale... dije con cara de desprecio, pero aquella ultima frase me conmovió. ``Vive la realidad´´. Ahora que lo pienso, me estaba aburriendo, me sentía mejor antes, cuando estaba soñando, incluso mas feliz, porque podía utilizar mi imaginación.

-La realidad es un asco, siempre hay algo malo...me dije a mi mismo.

Poco a poco iba recobrando la visión, y la espalda se recuperaba del duro impacto. Notaba cierto olor a quemado a mi alrededor, y a la gente cada vez mas junta y hablando. Pasaba algo, estaba aburrido, no sabia en que pensar, y decidí investigar.

-¿Que pasa por aquí?
-Yo no lo se, dicen que alguien ha tirado una piedra en la pared y ha hechado una chispa y esto ha empezado a arder.-murmuro una mujer un poco ``inculta´´
-No hombre no, habrá sido el viejo ese que estaba en el banco, que estaba fumando y no se le ha ocurrido otra cosa que hacer que tirar el cigarrillo, y encima con este sol...

Estaba seguro que la causa de, pequeño incendio, en ese momento ya casi extinto, se relacionaba con las fuerzas misteriosas que me azotaron sin razón. Pero como yo ``veo mucho los dibujitos´´´me quede callado y estuve como un habitante mas, curioseando. El cura, que seguía con la misma expresión facial del comienzo de la misa, continuaba mirándome con una cara un tanto molesta, ya que parecía como si se estuviera burlando de mi...

-Chiquillo, ¿puedes acercarte?- me he dado cuenta de una cosa
-Que señor, se que tengo que ir a mi casa a cambiarme y se que no es normal estar en pijama en este sitio, pero vi el incendio y que quedé- dije inventándome una excusa.
-Mentir es pecado...-dijo el cura convencido de lo que decía.
-Yo no he mentido...
-Seamos sinceros, te he visto antes cuando de has caído y no ha sido por un empujón como decía esa señora, ni tampoco porque veas los dibujitos.
-Cotillear es pecado- dije ganando confianza
-Ja, ja, lo se, me arrepiento, pero he de decirte que, junto con estas desgracias de tus amigos, después tu caída y ahora el incendio...
-¿Mis amigos?
-Ah, parece que esto tampoco lo sabes, y que tampoco me he tenido que entrometer, pero las muertes que se produjeron en el pantano ``San Cristobal´´, son de tres de tus mejores amigos, el único dato que tenemos es que un fallecido tenia el nombre de Alberto.
-¿¡Como!? ¿Alberto? Eso es imposible, Alberto se fue a su casa porque quería vivir el su sueño propio, porque por culpa del mio estaba sufriendo dentro de el y decidió irse.
-Con que tu propio sueño, como tu has dicho, lo has soñado, y esto ha pasado de verdad.

NOVELA - CAPÍTULO 11

Me encontraba tumbado, casi inerte, como si yo también fuese una de esas ramas, me dolía mucho la cabeza, pero no había ni el mas mínimo rastro de sangre, no podía moverme, mis piernas estabas aturdidas. Baje un poco la vista y llegue al por que del dolor que sentía en mis brazos, la muñeca ya no era muñeca, sino un puñado de ligamentos y huececillos, tan era la angustia que me fui acostumbrando al dolor. Algo se acercaba a mi, algo oscuro y casi identificable, una especie de mancha inundaba mis pupilas, pensé que era mi momento. Recité unas cuantas de oraciones cristianas, no es que fuese el típico niño que fuera a misa todos los domingos, pero en estas situaciones es lo que hacen los actores de la televisión. La mancha ya estaba tardando demasiado, mientras que el dolor de mi cabeza fue creciendo al ritmo de esa extraña oscuridad.

-Dios...¡que dolor!, ¡no te acerques!

Escuchaba sin esperármelo un pitido fulminante que, si no llego a quedarme sordo, poco le faltaba. No podía abrir los ojos, ni siquiera respirar...

-¡Noo!-grité sin control-¿que?

Estaba en mi cama, tapado completamente y asfixiado por el calor de mi propia respiración. Esto es imposible. Si no recordaba mal alguien me dijo que habia que acabar hasta el final, y ahora estoy en mi casa, en la vida real. Bueno, me aseguré de todo esto: Miré el calendario y era sábado,

-¿Sábado?, pero si mi sueño fue domingo sobre las diez de la mañana...

No le tome demasiada importancia a este dato, cogí el teléfono, marque rápidamente el numero de Jose, pero la compañía telefónica, o sea, una maquina con voz de mujer que pone de los nervios a cualquiera, me decia constantemente que el teléfono de Jose estaba fuera de cobertura. Os preguntareis donde estaban mis padres, estaban ausentes. Como siempre no todo me sonreía, pero estaba en la vida real, por lo que podría haber gente en el pueblo. Salí a la calle en pijama y con pelos de loco, hasta que un grupo de señoras mayores vestidas de negro andaban con desolación, dirección a la iglesia. -
-Supongo que alguien ha muerto, normal, con tanto viejo suelto cualquiera los resucita – dije descaradamente.

Me dirigí hacia la Iglesia, si por casualidad hay un entierro seguro que habría como mínimo veinte personas, es lo bueno que tiene el pueblo, si se muere alguien aunque no lo conozcas, de repente parece que lo conoces y que antes, cuanto estaba vivo,era tu mejor amigo, a veces pienso que la gente es un poco falsa. Pero este no era el caso. Anduve tranquilamente con la idea de encontrarme con alguien, hasta con mi peor enemigo. Cuando entre por la puerta centenaria y vi el semejante cuadro, un escalofrío recorrió hasta el último pelo de mi cabello. Tres tumbas habían en el salón de la iglesia, los ancianos llorando, el cura predicando y yo, en pijama, asombrado. El sacerdote, terminando ya su tipico discurso sobre la muerte y el amor y esas cosas, me miraba.

-Chiquillo, ¿que vienes a hacer aquí?¿Y con esa ropa? ¿Acaso eres pobre?- dijo en tono de humildad, pero llegándome a ofender un poco
-No, no soy pobre, creo que hay un entierro, no será de Concepción que vivía en la calle...
-No -dijo cortándome- supongo que no te has enterado, como la mayor parte de los habitantes. Ayer murieron en el pantano de San Cristobal tres jovenes, dos chicas y un chico. Estamos desolados, no se esperaba este accidente tan repentino. Ahora si me permites puedes irte, supongo que se lo tendrás que contar a todo el mundo como hacen los de tu edad.

La conversación me hizo pensar al mismo tiempo que abandonaba la estancia, tres jóvenes muertos en un pantano. Me seguía doliendo la cabeza, y estaba mareado. Me senté en un banco. Fije la vista en grandes maceteros que se encontraban en la plaza, y de repente diversas formas y lineas curvas empezaron a dominar el paisaje. Los maceteros normalmente nos rectos y bien hechos, pues yo los empezaba a ver curvados y moviéndose de un lado a otro. Supuse que estaría asi por el tiempo que he pasado dormido, pero no había que fiarse de nada, todo esto formaba el segundo misterio que rondaba mi cabeza.

miércoles, 2 de febrero de 2011

NOVELA - CAPÍTULO 10

El tiempo quedó parado ante mis ojos, la sensación de agrado recorrió mi cuerpo y hubiera deseado estar siempre así, veía a cámara lenta los trozos de pared cayendo al suelo, mientras una canción armoniosa sonaba en mi cerebro. Podía moverme rápidamente y sin ningún esfuerzo. Ahora podía ir andando y sin preocuparme de los escombros me sepultaran, porque hasta cualquier niño de cinco años sabría esquivarlos. Anduve rapidamente hasta que, sin darme cuenta, estaba pasando y casi rozando las paredes con esas pintadas tan raras de dragones y bestias. Me detuve, ahora tenia ocasión para estudiarlos, menos mal que era un experto en buscar las siete diferencias en los pasatiempos, porque me sirvió para darme cuenta de que los dragones portaban en sus manos porciones de rocas de colores, pero que a la vez estos pedazos lanzaban bolas de fuego contra la gente de las montañas.

-¿Pero que...?

Una parte de la pared donde mi vista estaba fija, se derrumbó muy inesperadamente, y la famosa piedra, que en ese momento estaba en mi bolsillo, comenzaba a arder con bastante fuerza. Recordando lo que me dijo Lara, si dejaba que la piedra siguiera ejerciendo su poder, me estaba poniendo en peligro porque podría caer inconsciente en cuestión de segundos. La tiré contra el muro derrumbado y desapareció antes de terminar la caída.

-La grieta...esta ahi- dije fastidiado.

No entre por si alguna fuerza extraña invadía mi consciencia o me quedase dormido eternamente. Ignoré la extraña abertura de la pared y proseguí mi camino. Fui palpando con mis dedos las diferentes texturas de las paredes, me di cuenta de que algunas eran mas antiguas que otras, era lógico al descubrir que los muros estaban mas rectos y mejor medidos. Un intenso olor a humedad se hizo notar demasiado rápido, y una luz, esta vez del sol, era cada vez mas visible en aquel pasillo. Fui corriendo, necesitaba ver el sol y las nubes bien blancas para tranquilizarme y saber que por lo menos había dejado de llover. Efectivamente las precipitaciones cesaron.
-Dios mio, estoy solo, ¿donde estarán?

Me abalance, las vistas eran espectaculares, me encontraba en frente de una cascada gigante, si miraba arriba, veía el cielo como una postal de verano, si miraba abajo, la oscuridad del vacío penetraba entre las ramas secas que se parecía que se acercaban a mi. Me parecía... pero era verdad que se acercaban. Por un momento pensé como siempre que saldría de esta, y, para variar un poco, me precipite sobre el enemigo con un grito bastante alertador. Estuve varios segundos ``volando´´ y, cuando ya veía a apenas cinco metros de mis pies las hojarasca sobre la que creía que iba a caer inevitablemente, otro efecto de destello surgió de nuevo sobre la nada, ya estaba muy cansado de estas ``cosas extrañas´´y encima ahora no pasa lo mismo. En este caso mis ojos se llenaron de formas geométricas y de puntos diminutos.

Demasiadas imágenes vinieron a mi cabeza de tal forma que parecía que las estaba viendo en la realidad en ese preciso instante. Destacaron las de Lara quejándose por el pie, pero este se encontraba con un aspecto aterrador, ademas me extraño muchísimo al ver la silueta de Alberto en total tono opaco y casi eran indistinguibles sus rasgos. Pero lo que me quedo con una absoluta duda en mi interior, era la proyección de una imagen que se podía apreciar bastante bien gracias a la luz del cielo, y en la que aparecía una chica bastante seria, juraría que los ojos eran de Lara. Estaba cayendo en picado, pero jamas pensaría que en esta situación me encontraría mirando a las paredes mientras mi cuerpo estaba a punto de impactar terriblemente contra el suelo. Y, por mi desgracia, impactó.